"Compartir archivos libremente es la esencia de Internet" ALEX DE LA IGLESIAS
domingo, septiembre 30, 2007
¿Cuánto vale tu idea? ¿A qué precio?
¿Alguna vez te has preguntado, al ver una buena idea dando frutos, “¿por qué no se me ocurrió a mí primero?” Algo así nos pasó a un grupo de amigos en el trabajo al ver la idea de Alex Tew, un muchacho de 21 años oriundo de un pueblecito en Wiltshire, Inglaterra.
En agosto de 2005, Alex Tew estaba a media noche acostado en su cama pensando ansiosamente cómo podría pagar los créditos de la universidad en la que pensaba ingresar en septiembre, ya que la educación superior es costosa en su país, y él quería ahorrar algo para no terminar su carrera con una gran deuda. Así que pensando en todo esto, de repente se le ocurre una idea. El tenía amigos y familiares que probablemente estarían dispuestos a ayudarle, pero no tanto como para costearle sus estudios. ¿Qué tal si a cambio de 1 dólar por cada píxel (cada puntito de resolución de la pantalla de la computadora), él les dedicaba cierta área de una página de Internet, como lo hacen los que alquilan los espacios en los letreros de la calle?
Alex no sólo consiguió que sus amigos y familiares se animaran a colaborar con él para colocar el nombre de sus empresas en esta página de “patrocinadores”, sino que otras compañías comenzaron a mostrar interés en la historia del estudiante que trataba de conseguir dinero para pagarse sus estudios, y ellos también compraron el espacio que desearon. Alex tuvo la idea de disponer de un millón de píxeles por 1 dólar cada uno y lanzar su página con un nombre atractivo: “La página del millón de dólares”. Por un precio mínimo de 100 dólares por bloque de 10 x 10 píxeles cualquier podía anunciarse en la página de Alex.
Alex ya había excedido lo que necesitaba para pagar la universidad. De hecho ya estaba ganando mucho dinero con esta idea. Pero ahí no termina la historia. Resulta que hubo gente que compró algunos espacios a en la página de Alex ¡para luego revenderlos! Y en el sitio de Internet de eBay.com se subastaron algunos espacios de gente que los habían comprado en la página de Alex para especular en el mercado de oferta y demanda. Por el interés generado en el asunto, más empresas solicitaron sus espacios como anunciantes, y en cuestión de días Alex pasó a convertirse de un pobre estudiante a un rico empresario que ha impactado el medio virtual con una idea demasiado simple y común, pero que en la manera de implementarla en Internet desató un nuevo negocio, y esto gracias a la tecnología. Su página es conocida como “la página del millón de dólares”. (http://www.milliondollarhomepage.com/). La idea de Alex aparentemente carecía de valor alguno. Si lo viéramos a simple vista, lucía hasta una idea ingenua, inofensiva y quizás algo tonta. Pero luego que sus amigos mostraron interés en cooperar con él comprándole espacios de anuncios para que pagara su universidad, parecía que su idea tenía algo de valor. Finalmente el valor de su idea demostró ser enorme, beneficiando a mucha gente y sobre todo a su autor que se convirtió en millonario.
¿Cuánto valen tus ideas? ¿Habría forma de cuantificar el potencial de tus ideas o el de las personas que componen la empresa donde trabajas? Esto podríamos discutirlo en otro momento, pero lo cierto es que todos tenemos la capacidad de generar ideas, y nuestras ideas tienen un valor potencial.
La tecnología como habilitador de las ideas.
Las ideas y la tecnología están íntimamente relacionadas. No estoy diciendo que necesariamente todas las ideas se convierten en un producto tecnológico. Pero la tecnología muchas veces complementa y soporta esas obras intelectuales (literarias, musicales, artes plásticas, obras científicas, etc.) ayudando a documentarlas, preservarlas y esparcirlas, al tiempo que permite a sus autores desarrollar sus diseños, y probarlos conceptualmente antes de que se conviertan en un producto terminado.
Al igual que Alex Tew, los jóvenes dominicanos tienen la oportunidad de disponer de la tecnología para dar forma a sus ideas y convertirlas en proyectos realizables que rindan beneficios para el ecosistema comercial del libre mercado.
Recuerdo que en un almuerzo de la Cámara Americana de Comercio a finales de 1997 en ocasión de la celebración del Día de Acción de Gracias, la entonces embajadora de los Estados Unidos, Donna Hrinak, decía en su discurso que la República Dominicana no tiene los recursos de investigación y desarrollo como para competir contra países más desarrollados en materia de química o farmacéutica, pero que en el campo de la tecnología, existe el potencial de que los dominicanos desarrollen software o participen de este negocio tecnológico en el cual hay una creciente demanda de cerebros a los que no se les juzga por sus fronteras ni por su país de origen, sino por sus competencias. En ese sentido, la ex embajadora señalaba en su momento la necesidad de fortalecer las reglas de juego con el tema de patentes industriales y la propiedad intelectual. Hoy día, diez años después de esta reflexión de la Sra. Hrinak, contamos con el Tratado de Libre Comercio el cual contempla en su capítulo 15 un marco de referencia para el respeto de la Propiedad Intelectual e Industrial.
La pregunta es, ¿realmente tenemos garantías de que las autoridades cumplan y hagan cumplir estas reglas de juego? ¿Qué incentivo tienen nuestros jóvenes como para invertir su tiempo en innovar en las diversas áreas desde composición musical, arte, ciencia y tecnología, si su esfuerzo va a ser irrespetado por la piratería? Pregúntenles a los empresarios que han invertido en el cine local cómo ha impactado la piratería el negocio del cine dominicano, y cómo afecta a la economía local.
La economía del conocimiento
Según un estudio de IDC (http://www.bsa.org/idcstudy/pdfs/Latin_America.pdf ) del año 2005, una retducción de 10 puntos porcentuales en la tasa de piratería de software (esto es, bajar de 68% a 58%) generaría en América Latina en los próximos cuatro años 44,000 nuevos puestos de trabajo y US$12 billones adicionales a la economía. Reitero que estas cifras solo contemplan la industria del software, sin considerar la música, el cine, los libros, etc. Extrapolando estos números para la República Dominicana, según IDC, bajar la tasa de piratería de software que actualmente es 79%, según la Business Software Alliance, y colocarla en un 69%, incrementaría US$ 47 millones de dólares al mercado local y US$ 3 millones de dólares adicionales en impuestos al fisco.
El tema del valor de las ideas tiene repercusiones económicas importantes, así que debemos comenzar dando el ejemplo de manera personal, absteniéndonos de adquirir productos que no sean originales, sean estos películas en DVD, música en CDs, libros, o programas de computadoras sin su debida licencia. Si garantizamos cierto marco de respeto a la propiedad intelectual podríamos ver más jóvenes escribiendo y grabando música con el sello de la “marca país”; podríamos captar más inversión en el cine dominicano; podríamos tener incluso una industria tradicional de Zonas Francas creciendo exponencialmente gracias a la innovación de la tecnología como un habilitador para bajar sus costos operativos y hacer más rentable su negocio.
Pero, ¿a qué precio estaríamos dispuestos a invertir nuestro tiempo y nuestras energías en ideas que otros irrespetan y abusan sin ninguna retribución para sus autores y sin consecuencias para sus infractores?
Propongo que sigamos trabajando para incrementar el acceso a la tecnología (inclusión digital para las mayorías), pero al mismo tiempo, que sigamos fortaleciendo nuestro marco legal y judicial de manera que protejamos e incentivemos la creatividad y la innovación, porque nuestras ideas tienen un potencial ilimitado, sólo es cuestión de explotarlo.
El autor es Gerente General
de Microsoft Dominicana y
Miembro del Consejo de
Directores de la Cámara
Americana de Comercio.
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